SI ESTAS PENSANDO, TOMAR AYUDA PROFESIONAL DE UN PSICÓLOGO, TEN EN CUENTA ESTAS CLAVES:

Existe una gran variabilidad de circunstancias emocionales y psicólogicas que pueden hacernos necesitar ayuda profesional, fundamentalmente cuando uno no es capaz de resolver el asunto en cuestión con las estrategias empleadas con anterioridad,con un afectación significativa de su vida. En psicología, creemos que una persona tiene un problema psicológico o debería acudir a un/a psicólogo/a, cuando su forma de comportarse, pensar, sentir, o el conjunto de éstas le está causando problemas y no le deja vivir cómo le gustaría, repercutiendo por tanto en su vida. Entonces el profesional actúa temporalmente para que, en un periodo razonable, la persona se haga cargo, de nuevo, de su vida. En una gran parte, esas dificultades, pueden ser aprendidas, es decir atribuibles a nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos, por lo tanto a partir de unos principios de aprendizaje, y a partir de esos mismos principios podemos cambiarla.

La sinceridad, fundamental: Muchas personas vienen a terapia con miedo se les juzgue o a que se divulgue su historia. Esos miedos no son reales, ya que un/a terapeuta está obligado a mantener confidencialidad ante toda información que recibe, y no solo eso, sino que nunca va emitir juicios de valor personales, ya que su único interés es ayudar a la persona que viene a consulta. El problema de las personas que vienen con ese miedo es que no cuentan toda la información que el terapeuta necesita o incluso mienten en algunos temas. Todo eso juega en vuestra contra, ya que la terapia se realiza a partir de la información que vosotros aportáis, haciendo el tratamiento ineficaz o más lento si dais datos falsos o incompletos.

Participación activa: “Con el psicólogo se trabaja, no se charla”. Es una frase que siempre tenéis que tener presente. Si decidís venir al psicólogo lo primero que tenéis que saber es que vais a tener que trabajar y ser activos para poder solucionar vuestro problema y ver buenos resultados. El ir a una terapia para charlar y que el otro te escuche, le puede venir bien a mucha gente, sin embargo, podéis conseguir lo mismo hablando con un amigo. Lo que no te da un amigo es lo que te da el terapeuta: hace un ánalisis funcional de tu conducta problema, descubriendo cuales son los antecedentes y los elementos mantenedores y las consecuencias de la misma entiende para dotarte de estrategias para poder cambiarlo. El aprender y usar estas estrategias está en vuestras manos, no en las de terapeuta.

La importancia de las tareas fuera de sesión: Tenéis que saber que la mejor manera de cambiar es aplicando todas las estrategias que el terapeuta te ha enseñado, en tu contexto natural, esto es, en tu día a día. Por ello, en muchas ocasiones se pueden pautar ejercicios, actividades o registros entre sesiones,que son importantes llevar a cab, porque así es cómo extrapolaréis lo aprendido en terapia, a vuestra vida. Eso no significa que lo que se hace en sesión no tenga importancia, al revés, en las sesiones es donde aprendéis cómo hacerlo y por qué funciona lo que hacéis, pero la mejor manera de probarlo, ejercitarlo y aplicarlo es fuera.

Mirando al presente y no al pasado es cómo solucionamos el problema: Es cierto que saber el origen de nuestro problema nos tranquiliza y nos ayuda a entenderlo mejor, sin embargo no lo cambia. Lo que nos ayuda a cambiar ese problema es ver por qué se está manteniendo en el presente -esa es la clave-. Mucha gente no solo da importancia a lo que pasó en el pasado, sino que intenta cambiarlo. Lamento decirlos que eso no es posible, el pasado no se puede modificar, lo que hacemos con esa experiencia desagradable pasada si, es decir esa interpretación de una experiencia traumática. Y eso es si lo podemos hacer en terapia, pero desde el momento presente, que es donde esa experiencia está causando las dificultades.

“La diferencia entre dónde estuviste ayer y dónde vas a estar mañana, es lo que pienses, digas y hagas HOY”

Proponer objetivos realistas y posibles: El objetivo de la terapia no es resolver todos los problemas que existen en la vida de uno, sino enseñarnos cómo hacer frente a los problemas que a día de hoy están afectando a nuestra vida. Cuanto más claro tengamos cuáles son esos problemas y qué objetivos queremos alcanzar, mejores resultados obtendremos de la terapia. Un problema económico o cambiar a otras personas, no son objetivos que se puedan llevar a cabo en terapia, porque no están en manos del/de la terapeuta conseguirlo. Lo que sí está en su mano es, por ejemplo, enseñarnos a cambiar nuestra forma de comportarnos para influir en el comportamiento de los demás, o para aumentar las posibilidades de conseguir un trabajo, o aumentar nuestra autoconfianza. En general, cuanto más específicos, realistas y factibles sean nuestros objetivos, más fácil será darnos cuenta si se están cumpliendo o no con la terapia.

Por ultimo, no hay que olvidar que desde todas las orientaciones de terapia que se desarrollan, se presta mucha importancia a la relación terapéutica, es decir al vinculo que se desarrolla entre el paciente (cliente para algunas orientaciones)y el terapueta, en esta relación auténtica, basada en la empatía y en la aceptación incondicional, se vertebra en gran parte el éxito, existen mucha evidencia empírica que refleja, que más allá de las técnicas empleadas, una relación terapéutica adecuada, contribuye a solventar las dificultades con éxito.

 

Antonia Maria Ramírez Cruceras, Psicóloga General Sanitaria.

Ante una gran dificultad… ¿hundirse o salir reforzado?

Ante las crisis personales o ambientales parece que, “lo que toca”, es deprimirse, hundirse, venirse abajo… y en muchas ocasiones así es, es el proceso natural. Pero en los períodos de profundo sufrimiento también hay oportunidades para crecer, salir más adaptados, más luchadores y mejor personas.

2014-12-14 16.22.08

¿Qué hacer cuando en la pantalla aparece el final?  Quería utilizar este texto e imagen de la ilustradora Paula Bonet como elemento de inicio para explicar qué podemos hacer, cuando ante nosotros se presenta una grave dificultad, una adversidad, entendida como un cambio o pérdida significativa que moviliza gran cantidad de recursos psicológicos y personales.

Esta concepción en psicología adopta el término de RESILIENCIA. Cabe destacar que la psicología ha tomado el concepto de resiliencia de la ingeniería, donde se refiere a la magnitud que cuantifica la cantidad de energía que absorbe un material al momento de romperse por un impacto. El cálculo se realiza en base a la unidad de superficie de rotura.

La resiliencia está vinculada a la autoestima, por lo que es importante trabajar con los niños desde pequeños para que puedan desarrollar sanamente esta capacidad.

Educar en la resiliencia. Se sabe que un niño con buena autoestima se transformará en un adulto con buena capacidad de resiliencia, por lo que estará preparado para superar los obstáculos que encuentre a lo largo de su vida.

La resiliencia  es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento.

No podemos evitar el sufrimiento y el dolor que está presente en muchas circunstancias de la vida, a diferencia de lo que tradicionalmente se ha argumentado desde algunas corrientes, tratar de evitar, luchar o escapar del dolor, generalmente se convierte en un arma arrojadiza. Lo convierte en un problema de dimensiones mayores, es lo que hacemos con lo que nos pasa generalmente lo que se convierte en un problema, no lo que nos pasa en sí mismo. La pretendida solución en muchos casos es parte del problema, cuando intentamos «controlarlo» es cuando más se generaliza, mantiene y perpetúa.

La investigadora Emmy Werner, allá por finales de la década de 1970, publicó una investigación realizada a lo largo de 18 años, en una isla de Hawai, en la que investigó qué variables influían en la vida de 660 niños cuya situación ambiental y personal era, a todas luces desastrosa: pobreza, falta de cuidados, violencia, etc. y descubrió, para su sorpresa, que el 30% de estos niños, al final del estudio ya adultos, eran “invulnerables” a esta situación potencialmente tan dañina. ¿Por qué?

Fundamentalmente, según Werner, por vivir con un adulto de referencia que les aportaba cariño y seguridad.

Pero había algo más que compartían todas esas personas:

1- Autoestima consistente, basada en lo que ellos eran; no en lo que hacían.

2- Introspección: capacidad de conocerse a sí mismos, de darse cuenta de sus virtudes, fallos, emociones…

3- Independencia: no necesitar a los demás para tomar iniciativas.

4- Capacidad de relacionarse: habilidad para comunicarse efectivamente con las personas que les rodean.

5- Iniciativa: habilidad para ir por delante en la propuesta de acciones a tomar.

6- Humor: saber reírse de lo que acontece y de uno mismo.

7- Creatividad: inventar, relacionar dos aspectos nuevos entre sí.

8- Moralidad: poseer valores y principios que guían su comportamiento.

9- Pensamiento Crítico: poner en duda las verdades establecidas y ponerlas a prueba.

De este modo existen una serie de factores y variables individuales, todas ellas con valor adaptativo, y que pueden ser adquiridas, a través del aprendizaje, que nos proporcionarán herramientas para afrontar un circunstancia aversiva de un modo resiliente.

Antonia M. Ramírez, Psicóloga clínica

¿Qué puede hacer un psicólogo por mí?

En muchas ocasiones, hemos escuchado aquello de: “todos deberíamos ir a un psicólogo”… pero: ¿con qué objetivo?, ¿para qué sirve un psicólogo?, ¿sirve para desahogarnos? ¿acudimos para que nos aconseje?…

La psicología es una de las profesiones de las que cualquier persona, con mayor, menor o nulo  conocimiento sobre el tema, se permite hablar, opinar y hacer recomendaciones. Parece ser una rama de estudio de la que todo el mundo sabe, teniendo en cuenta, para ello, su propia experiencia. Sin entrar a debatir las cuestiones epistemológicas que hay de fondo sobre el objeto de estudio de la Psicología, lo cierto es que en absoluto es un conocimiento del que todo el mundo disponga, se trata de conocimientos y procedimientos científicos, no creencias,  impresiones o sentido común.

Mucha de la información que circula en la sociedad sobre lo que hacemos los psicólogos es incorrecta y consideramos un aspecto tremendamente importante el realizar una difusión adecuada sobre cuáles son nuestras tareas como psicólogos y cuáles no, siendo críticos con nuestra propia profesión y las prácticas que en ella se desarrollan. Estas funciones de divulgación e información también forman parte de nuestras funciones y responsabilidades pues, en definitiva, el reconocimiento que se le dé a esta profesión revertirá en el uso y alcance de la misma.

El psicólogo David Pulido, escribe acerca de estas cuestiones en el artículo que se adjunta a continuación, señalando cuáles son y cuáles no son nuestras labores; explicando, a su vez, las principales cuestiones por las que nuestra profesión no es lo suficientemente valorada socialmente. Como bien explica el autor, el objetivo de acudir a terapia no es: desahogarse, conocerse a uno mismo o pedir consejo. Un psicólogo es un profesional que conoce a la perfección los mecanismos del comportamiento humano y que mediante técnicas avaladas científicamente, ayuda a las personas que sufren, a modificar aquellos hábitos y conductas que están en la raíz de su malestar. Coincidimos con el autor en que nosotros mismos, los psicólogos, hemos y estamos contribuyendo al desprestigio y a la mala imagen que la psicología tiene en muchos contextos, al no difundir adecuadamente qué hacemos.

Artículo: ¿Para qué sirve ir al psicólogo? No para charlar, para eso están los amigos.

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-02-26/para-que-sirve-ir-al-psicologo-no-para-charlar-para-eso-estan-los-amigos_93871/

Antonia M. Ramírez. Psicóloga clínica.